jueves, 5 de julio de 2018

Interpretación del infierno de Jorge Luis Borges

El Inmortal es un cuento de Jorge Luis Borges que se encuentra en su libro titulado: El Aleph (1949). En él se presenta un personaje llamado Marco Flaminio Rufo, un romano que encontró la Ciudad de los Inmortales y que logró ser inmortal gracias al agua que tomó en dicho lugar. Allí, el protagonista conoce a un troglodita (inmortal) que resultó ser Homero, el autor de La Odisea.

Este encuentro permite que el personaje principal reflexione sobre las diferencias entre los mortales y los inmortales, ya que −a pesar de que él ahora tenía el don de la vida eterna− de esa forma podía notar el comportamiento de seres que habían visto pasar distintas generaciones y que conocían cómo estas cambiaban con el transcurrir de los días, años y siglos.

Luego de muchos años, Rufo cuenta todo lo que ha hecho desde que deja la ciudad. Por lo tanto, se evidencia que el narrador ha vivido distintas épocas de la historia. Finalmente, el romano muere porque pierde su inmortalidad, gracias a que toma nuevamente el agua que se la había otorgado.

Este relato hace recordar un ensayo del mismo autor, llamado La duración del Infierno (1932). Principalmente, ocurre por cómo se trata la eternidad en el primer texto, debido a que presenta a la Ciudad de los Inmortales como un lugar repugnante y a sus pobladores como seres insensibles. Es decir, otorga una visión desagradable de lo infinito. El mismo tema se aborda en el ensayo, ya que se expone que el infierno (cristiano) no puede ser catalogado con ese término porque se puede entender como incondicionado o incesante.

Otra relación, que es incluso más directa, se encuentra al momento de nombrar a los cristianos como profetas de la inmortalidad en el relato. El autor utiliza la voz de Flaminio Rufo para comentar que estos religiosos creen en la infinidad para premiar o castigar; y es posible realizar esta conexión por la expresión borgiana de que la pena infinita promovida por la cristiandad no es creíble. El ensayista utiliza dos argumentos para ello: opina que otorgar la vida eterna es otorgar un don; y recuerda que el mal no es eterno para la teología.

Esas propuestas se encuentran en la historia del romano porque se salva de la muerte gracias a que ingiere un líquido; y porque los trogloditas al ver herido al viajero no lo ayudan o lo lastiman. En otras palabras, se vuelven indiferentes ante lo que le ocurra, lo que da pie a interpretar que sus nociones del bien y el mal se han extinguido porque ya han sido testigos de estos actos durante mucho tiempo.

Continuando especulaciones, es posible decir que estos personajes son incapaces de ser impresionados, por lo que vivir no tiene sentido para ellos. Nos hace preguntarnos: ¿ese será el aislamiento que atrae a Borges del infierno cristiano?, ya que no se tendría nada que aspirar en este mundo por tener a la disposición el tiempo para hacerlo; y, de cumplir una aspiración, el conflicto sería lo tedioso de entrar en un ciclo sin fin.

El punto es que el protagonista del cuento comprendió el aburrimiento de la vida eterna, y por ello se alegra cuando recupera la cualidad de descansar eternamente. Tal vez, este relato es el infierno borgiano: un infierno que aísla de la realidad mortal para valorar la necesidad de morir, pero que otorga un final para eliminar el sufrimiento de la eternidad.

Ivan Aivazovsky, Windmills in the Ukrainian steppe at sunset, 1862.



viernes, 22 de junio de 2018

Mi primer cortometraje.

Sé que he tenido este espacio un poco olvidado, pero no se preocupen que viene algo bueno. Estoy trabajando en un proyecto para mis redes sociales, y por supuesto que el blog está incluído allí.
Les dejo mi primer cortometraje, el cual no hubiese sido posible sin la ayuda de las personas que están ahí nombradas.

PDTA: Este es el producto final de una materia.

viernes, 16 de febrero de 2018

Sala de parto

Iba corriendo, quería llegar lo más rápido posible. Una vez en el sitio, me di cuenta que era tarde. Solo lo veía a él sentado en un banco, preocupado por lo que podría ocurrir. Le pregunté lo obvio: "¿Es tarde?". A lo que respondió con lamento: "Sí, llegué 30 segundos después y por eso no me dejaron entrar". Lo miré con clemencia, y me senté a su lado a esperar.

Luego de unos minutos, llega una amiga, apurada, y casi sin aliento exclama: ¿ya entró? Ambos la miramos y asentimos con la cabeza. Acto seguido, nos reímos -producto de los nervios otorgados por el ambiente-. Además, comentamos que entró muy rápido, porque ni siquiera nos dieron tiempo de llegar.

Han pasado quince minutos más y llega otro amigo. Él, llega con mucha calma y se extraña al vernos. Por lo que expresa: "¿no ha empezado?". La amiga le comenta que lleva rato allí dentro, y que no tenemos idea de cómo está, ya que no pudimos acompañarla por el retraso. El amigo, impresionado, revela que creía que iniciaba a las 9:00 am y que debíamos estar a las 8:00 am por ser precavidos. Le explico que se equivoca, que la hora fue cambiada, y me mira con tristeza. Posteriormente, cambiamos la conversación para distraernos.

Luego de hablar, aproximadamente, veinte minutos. Escuchamos el ruido de una puerta, que trajo como consecuencia un silencio aterrador, acompañado de intercambios de miradas. Era una falsa alarma, lo que sea que hubiese sonado, no era lo que nos interesaba. Ella seguía allí dentro, acompañada únicamente por sus padres.

Para romper el momento tan incómodo que acababa de ocurrir, la amiga pregunta dónde podría cargar su teléfono. Todos respondemos que no tenemos idea y ella empieza a recorrer el espacio, en busca de un enchufe. Allí, estábamos: él, la amiga, el amigo, la señora de limpieza y yo. Esta última nos torturaba comentando lo aterrada que estaba ella antes de entrar, tanto así, que estaba en el sitio desde las 6:00 am. También, -por lo que parece neto placer del torturador- nos dijo que sus últimas palabras fueron: "bueno, ni modo, solo estamos nosotros".

Seguidamente, la señora de limpieza continúo con su trabajo y llegó el joven. Este fue el único en llegar con absoluto conocimiento de su retraso, así que saludó y se puso a caminar por el espacio a esperar. Por suerte para él -y para todos nosotros-, apenas pasaron cinco minutos y ella estaba saliendo extasiada.

Al final, estuvimos unos minutos en la sala de espera junto a ella y nos llamaron de la habitación. Entramos con los nervios de punta, y escuchamos la mejor frase del día: "Veredicto final de la tesis: APROBADO".





domingo, 11 de febrero de 2018

Jornada Laboral

Siete de la mañana, rápidamente voy al aula 208 para instalar las cornetas que había pedido un profesor de música. Él no lleva mucho tiempo aquí, de hecho solo tiene un año dando clases, pero me agrada que traiga su computadora.

Luego, voy a la 204, coloco la computadora y el video beam. Llega la profesora de artes plásticas, se queja porque cree que le traje una computadora muy vieja, refuta: “con ella no se podrán ver con claridad las imágenes que tengo en mi pendrive”. Por suerte para ella, conozco todas las máquinas de este pasillo, así que le pido el pendrive y demuestro que se equivoca.

 Al retirarme del aula noto que el pasillo está tranquilo, pienso en sentarme unos minutos, pero al ver la hora me doy cuenta que son las siete y media. ¡La hora pautada para hablar con los de seguridad! Bajo a gran velocidad a la entrada de la facultad. Me encuentro con el personal de seguridad y me notifican que ayer, en horas de la noche, alguien intentó entrar forzando las puertas que se encuentran en los salones de bibliotecología. Por lo que me piden estar atento con los equipos y con las personas que estén por el pasillo de Artes, Letras y Filosofía. Esta noticia hace que todo el sueño que tenía por madrugar desapareciera, pero como no es la primera vez que pasa, intento volver a mi cotidianidad.

Vuelvo al pasillo y todo se encuentra tranquilo. Los estudiantes están en clases, así que solo hay dos gatos caminando, una joven acostada en un banco, y un pequeño grupo de jóvenes reunidos cerca de la 211. Esto me tranquiliza, me siento para saber si hay alguien más o si llega un desconocido, pero no ocurre nada. Lo único interesante es el frío mañanero que tanto me agrada.

Fotografía de María Fernanda Rodríguez Córcega del pasillo de Artes, Letras y Filosofía de la Universidad Central de Venezuela. Caracas, Venezuela. 

Ocho y media, termino el desayuno y voy de regreso a la facultad. Me dirijo al salón de los equipos, de pronto, me persiguen unos estudiantes preguntando cuál aula podría estar desocupada. Les respondo que pueden ir a la 201 porque ese profesor está de viaje y notificó que no vendría esta semana, con la advertencia de que a las nueve y media hay clase. Los estudiantes se van y empiezo a sacar los aparatos para prepararlos en los salones.

Me dirijo a la 210 porque esa profesora siempre llega temprano. Al entrar en el aula me doy cuenta que tomé una inteligente decisión: la profesora ya estaba allí. Luego de saludar, me solicita que le instale el mejor proyector, porque para comprender las imágenes que va a colocar es muy necesario que sus estudiantes vean bien los colores. Le ofrezco el video beam blanco, por ser el más nuevo de todos -y su apariencia moderna es muy atractiva para los profesores-. Una vez instalado, la profesora se encuentra fascinada viendo todas esas basílicas que tiene en su pendrive, por lo que me puedo retirar sin preocupaciones.

 Al salir del aula otra profesora me pide que le encuentre un salón desocupado para ella dar clases, o que le diga de algún profesor que sea flexible para cambiar de aula, debido a que le asignaron una que solo tiene pizarra de tiza y ella es alérgica. Le recomendé la 205, el profesor que da clases ahí a las nueve y media es muy tranquilo, y no utiliza casi la pizarra, pero le digo que debe esperar porque él aún no ha llegado. La profesora, muy agradecida, se va y se sienta por los alrededores del aula recomendada.

Voy a la 207, coloco todo los aparatos mientras el profesor está afuera hablando con un estudiante. Salgo del aula y le informo que ya está instalado, que me avise si ocurre un inconveniente. Decido sentarme para tomar un descanso y los estudiantes me saludan. Todos los días los veo pasar, cientos de ellos van de allá para acá caminando muy rápidamente, parecen hormigas en manada.

Fotografía de María Fernanda Rodríguez Córcega del pasillo de Artes, Letras y Filosofía de la Universidad Central de Venezuela. Caracas, Venezuela. 

De pronto, aparece el profesor de la 207 pidiendo ayuda, me dice que el video de repente se había apagado, que luego la maquina prendía, pero no iniciaba. Entro al aula para ver qué ocurrió, pero no era nada grave, solo se debía pulsar una tecla para continuar el inicio. El profesor me agradece, diciendo que "salvé su vida", a lo que respondo que no debe agradecer nada, ese es mi trabajo.

Continúo mi jornada, son las once y media de la mañana, así que busco el microondas para colocarlo en la 211. Solía colocarlo en el pasillo, pero muchos se quejaban porque la cola que se hacía interfería con el paso de los bachilleres.

Minutos antes de las doce, me dirijo a la 212 e instalo los equipos. Luego, a la 213 porque el profesor quiere reproducir un documental que ayude a sus alumnos a comprender su materia. Por último a la 207, ya que el profesor quería saber cómo enfocar el proyector que estaba en su aula.

Cuando ya todo está listo, me dirijo a guardar todo lo que no se está utilizando, incluyendo el microondas. En ese estar de aquí para allá, se hacen las dos de la tarde. Verifico que todo está en su lugar y me retiro de mi jornada laboral, pensando en el almuerzo que me espera en casa.



martes, 6 de febrero de 2018

Un mensaje oculto en la UCV

Al caminar por la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela (UCV) siempre vemos los murales que posee, pero pocas veces pensamos qué significan. Esto ocurre porque nos distraemos con el placer estético que proporcionan al mirarlos. Por ende, intentaremos reflexionar el significado de dos de ellos.

El primer elegido fue Negativo (fig. 1) un mural de Víctor Valera, que se encuentra en la entrada de la facultad y fue realizado en 1956. Este mural esta elaborado con mosaicos vítreos industriales de color blanco y negro. A simple vista, podemos decir que las figuras blancas solo son líneas verticales y horizontales, y que las primeras son más abundantes. Mientras que las figuras negras se encuentran en exceso al compararlas con las anteriores. Además, generan grandes cuadrados y gruesas líneas, que al unirse con las blancas parecen carreteras, o para decirlo de otra forma: caminos.

Fig. 1. Víctor Valera, Negativo, 1956. Mosaicos vítreos industriales 2x2. Facultad de Humanidades y Educacion de la Universidad Central de Venezuela, Venezuela.
Cabe destacar, que en el suelo (frente a la obra) se encuentra algo escrito específicamente una cita del arquitecto que llevó a cabo el proyecto de la sede de la UCV en la Ciudad Universitaria de Caracas. Tristemente, -por el poco cuidado del espacio- ese escrito no se puede leer con facilidad, pero podemos comprender que expone lo que sería el recinto universitario una vez llevado a cabo.

Frente a la representación se encuentra otro mural. Este otro también es de Víctor Valera, pero como no posee una placa con su nombre escrito, lo llamaremos Positivo (fig. 2). Pensamos en ese nombre ya que parece ser la contraposición del primero,  porque también está elaborado con los mismos materiales. Lo diferente en él es que el color blanco opaca al negro. Por ende, deducimos que es la misma ejecución con los colores opuestos y colocados en la ubicación contraria, aludiendo a un efecto espejo con cambios de color.

Fig. 2. Víctor Valera, Positivo, 1956. Mosaicos vítreos industriales 2x2. Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela, Venezuela.

Igual que Negativo, Positivo posee algo escrito frente a él. Pero, ese texto es diferente, ya que habla de la importancia de una facultad de humanidades en las universidades. Sobre esto, podemos decir que se debe a que el pensamiento humanista se preocupa porque el ser humano busque el saber individual, es decir, que cree su propio planteamiento a través del conocimiento de diversas áreas. Por lo tanto, el pensamiento humanista dentro de una universidad significa que en ella se enseña a pensar de forma particular.

Parece imposible hablar de Negativo sin Positivo, ya que ambos aparentan estar entrelazados para que el artista pudiese comunicar un mensaje sobre el conocimiento. El cual se puede percibir con mayor facilidad al subrayar la cita que cada uno posee al frente. Recordando que la primera habla del proyecto de Villanueva consolidado, y la segunda del humanismo, abarcaremos la relación existente entre ambas: la educación propuesta por el arquitecto para la UCV.

Entonces, en Negativo podemos interpretar que el artista busca demostrar la oscuridad que reina en la ignorancia, tomándolo como una referencia a la mente carente de sabiduría, ya que se percibe un espacio vacío con el color negro. De esta forma, nos atrevemos a deducir que Negativo es el conocimiento previo a la vida universitaria porque reconoce que faltan muchas cosas por aprender. En este caso, nos referimos al conocimiento con el color blanco.

Continuando el hilo conductor, nos atrevemos a exponer a Positivo como un mural en el que Valera representa la iluminación de los ilustrados. Es decir, refiere a la claridad de la actividad pensante que posee la mente, gracias a la sabiduría. Dicha interpretación se denota por el exceso de color blanco en la pieza. Sin embargo, en las mínimas cantidades del negro, pareciese estar representada la carencia de conocimiento. Por lo que demuestra que incluso al convertirte en un profesional, falta mucho por aprender. Al profundizar en este planteamiento, podríamos especular que expone la imposibilidad de poseer el conocimiento absoluto.

Por ende, podemos concluir que Negativo y Positivo son murales que representan el antes y el después de adquirir aprendizajes, y al relacionarlo con las citas que posee cada obra deducimos que se refiere al aprendizaje universitario. También, es posible deducir que ambos pretenden incitar al espectador a estudiar, porque si no lo hace quedará atrapado en el vacío.

Por ultimo, podemos denotar que la referencia de la oscuridad otorga la posibilidad de un mensaje oculto por la relación con el lema de la UCV: “La Casa que Vence la Sombra”, ya que este, trata del triunfo del aprendizaje sobre la ignorancia, colocando a la casa de estudio como una luz de sabiduría que resplandece y elimina la oscuridad proporcionada por el desconocimiento.